Habitualmente Christine Cloux trabaja desde las sensaciones para llegar al movimiento. Sin embargo, en “181o” es justo a la inversa, parte del movimiento para producir sensaciones, emociones que parecen “libres de cargas”, que provienen de la energía que su cabeza contiene y que va transfiriendo de una forma dosificada a todo el cuerpo durante los ocho minutos que aproximadamente dura el espectáculo. Esa fuerza mental no es más que la memoria del tiempo, o mejor dicho, la memoria del movimiento en el tiempo.
“181°” es una vuelta de tuerca más que afianza la trayectoria profesional de Christine Cloux, evitando la herrumbre de la cadena de los años que nos ata más al futuro que al pasado; y es a la vez un “soltar amarras” para buscar libremente los intersticios en el tiempo que nos permitan reubicarnos. Es remendar los jirones del alma; es agitar un poema que no cesa. Que no cesará hasta completarse en sus 360o.